Debemos ser felices para evitar enfermar, según nos recomiendan diversos estudios médicos y científicos. Apostemos por entornos laborales que promuevan y formen a su gente en el nuevo paradigma de la felicidad organizacional.
Cada vez con más frecuencia aparecen charlas, congresos, cursos y certificaciones profesionales sobre el tema Felicidad/Bienestar en las empresas, y cada día son más las personas convencidas de que la felicidad pasará de ser una aspiración humana muy legítima, para convertirse en el elemento distintivo de las buenas empresas. Y buenas empresas son aquellas que consiguen atraer, enamorar y consolidar el talento.
El bienestar en la empresa tiene mucho sentido si tenemos en cuenta que pasamos más de 1/3 de nuestra vida trabajando, por lo que es natural que prefiramos encontrar entornos laborales en los que poder sentirnos bien o, cuando menos, no seamos unos infelices cuya única motivación para ir a trabajar sea la necesidad económica.
Sabemos de la ventaja competitiva que representa para nuestro desarrollo personal y profesional estar formándonos de forma continua y progresiva; ya sea por motivación y satisfacción personal como por progresión de la carrera. Pero muchas veces nos olvidamos de que una de las razones más importantes de la formación es o debería ser la de dar un mejor servicio, no solo a los clientes sino a nuestros colaboradores y colegas y, en definitiva, a la sociedad.
Es lo que empieza a conocerse como liderazgo de servicio, cuando no buscamos solo ser buenos profesionales sino buenas personas. Y para directivos y responsables de equipos esto es importante, porque el liderazgo de servicio supone un cambio de paradigma y ese cambio de paradigma pasa por crear entornos saludables, donde la gente se sienta a gusto y puedan aflorar y brillar sus talentos.
Otra de las principales claves de porqué la felicidad empieza a ser primordial para las empresas -que quieran ser rentables y sostenibles- es porque el talento de las “personas clave”, suele ser escaso, y en algunos sectores ya lo es actualmente. En esas organizaciones en las que no se ofrezca una propuesta de auténtico valor a los profesionales, donde se les cuide en su totalidad, ese talento clave se fugará, buscará ir a las buenas empresas.
En menos tiempo del que creemos, los buenos profesionales de las jóvenes generaciones estarán en condiciones de seleccionar y elegir las organizaciones con las que quieren comprometerse. Hay que tener muy en cuenta además el impacto que hoy en día tienen las RRSS acerca del comportamiento de las empresas. Ya se sabe todo de ellas, nada es opaco, la calificación que tengan en el factor Marca Empleadora (employer branding) será determinante en la decisión de los candidatos que nos interesen. Y una buena marca empleadora pasa por tener una cultura y una estrategia orientada a las personas.
Trabajar conscientemente la felicidad en las organizaciones tiene una razonable y pragmática motivación: personas más felices son profesionales más eficientes, y sentirnos eficientes también nos retroalimenta positivamente a cada uno de nosotros, por lo que se genera un círculo virtuoso.
Invirtiendo en felicidad organizacional conseguimos empresas más competitivas, mejor posicionadas y más sostenibles en unos tiempos tan complejos, líquidos y dinámicos como los actuales.
Implantar una estrategia de felicidad no debe responder a una tendencia de mercado, o a la necesidad imperiosa de mejorar los resultados económicos del negocio a toda costa, sino al profundo convencimiento acerca de que de ella derivan buenos resultados para los empleados y consiguientemente para la empresa.
La felicidad en las organizaciones no debe ser entendida únicamente con carácter instrumental, para obtener a toda costa rentabilidad, sino que debe responder a una auténtica creencia de la alta dirección acerca del valor intrínseco de las personas, que son quienes se van a ocupar de hacer rentable y sostenible el negocio.
A medida que la aspiración a construir empresas más felices está adquiriendo carta de naturaleza, muchas empresas ya empiecen a ser conscientes de que son necesarios profesionales cualificados, que además de sentir pasión por trabajar con y para las personas, también estén debidamente formados en la materia.
Por todo lo anteriormente comentado, soy muy partidaria de tener cada día más profesionales formados en Felicidad y Bienestar Corporativo, y más Embajadores de la Felicidad. Cuantas más actividades formativas ofrezcamos al mercado, y más embajadores de la felicidad vayamos siendo, más fácilmente consolidaremos lo que me parece imparable y ha venido para quedarse.
Con una cultura de felicidad en la empresa (valores, estrategias y prácticas) contribuiremos a la salud de los empleados ya que, como la define la OMS, es un estado de completo bienestar físico, mental y social y no solo la ausencia de enfermedad.
Por todo lo anteriormente comentado, DIRFEL, la Asociación Mundial de Directores de la Felicidad, y los consultores de bienestar corporativo que pertenecemos a la misma, participamos en el CIAF, Certificación Internacional Advanced en Felicidad, programa formativo que ya se ha lanzado en varios países y ciudades, y lo hace ahora en Madrid, los días 29 y 30 de noviembre de 2019.
Fundadora de HappyROI-la Felicidad que Renta; Vicepresidenta DirFel -Capítulo Madrid-; CHO. Executive Coach. PNL
Es muy importante que contemplemos las emociones y sentimientos de las personas y no solo lo que piensan o expresan. Aquéllas explican las reacciones y las decisiones.